30.11.09

Andy Baeza. “Ser bidireccional”

*Entevista, por Paula Carmona



Para hacer una lectura del jazz y otros estilos se debiera partir de la propia experiencia individual, para que no suene a mal calco de una imagen lejana y superpuesta. Entonces, más bien quisiera hacer un recorrido por la historia de un profesor de Projazz, para entender la motivación de hacer jazz. Porque no se puede olvidar de dónde venimos para saber lo que estamos haciendo. Y no siempre es fácil conectar con ese punto de partida, en el que encontramos, alguna vez, el lugar más cómodo para la expresión. En teatro hay una frase que se refiere a que quien encuentra su lugar en el espacio y la postura adecuada de su cuerpo, la voz y la emoción aparecerán correctamente. Creo que este principio corre para cualquier forma de expresión artística, y más cotidianamente en todo ámbito de la comunicación.

En algunos casos, el germen creativo partió en casa, en la edad de la infancia, cuando todos fuimos absorbidos por el juego. Al menos este es el caso de Andy Baeza. quién me compartió, más o menos, como ha experimentado la música.

¿Puedes hacer una pequeña biografía musical?
Partí en la casa, con mis primos y mi hermano que eran fanáticos de la música. Yo tenía 6 o 7 años y me metía en la pieza a escuchar música con ellos, Frank Zappa, Jimy Hendrix, harta psicodelia. También veían hartas películas. Aparte de eso había en el barrio una orquesta conocida y en el living de la casa tenían una batería, yo siempre que pasaba la miraba. En el colegio también tuve la suerte de tener un profesor súper pila que me permitió hacer percusión en el tiempo en que el colegio se hacía flauta o guitarra… él me permitió llevar baquetas.
En la media ya sabía que quería seguir con la batería… antes, en la básica quería ser dibujante de Hanna Barbera.
Desde chico tuve la capacidad de conectar con cosas creativas en mi cabeza y eso responde a un montón de cosas posteriores, ya más grande con la misma música.
En el colegio empecé a tomar clases particulares con distinta gente, ahí vino toda una etapa, entre tercero y cuarto medio empezaron a venir hartos músicos conocidos de jazz a los que había que ir; Pat Metheny, Chick Corea, Stanley Clarke, Jean-Luc Ponty.
Saliendo del colegio entré a estudiar a la Universidad Católica Percusión clásica. Desde antes ya venia entrenado en la batería, pero en ese tiempo no existían escuelas de música popular.

¿Sobre tus referentes?
Al principio quien gatilló hartas cosas fue Frank Zappa, que en ese tiempo tenía una cantidad de discos considerables, y entre esos discos escuché con mis primos una pieza para un cuarteto de percusión que se llama “The black page”, y ese disco tenia una cantidad de información rítmica que siempre fue como un misterio para mí, y empecé a investigar acerca de la gente que tocaba ahí. Me empecé a encontrar con que esa gente se topaba con alguna gente del jazz, con algunas otras de música contemporánea. Todas esas cosas me fueron atrayendo y conectaba perfectamente con lo que yo quería hacer, que era estudiar percusión, pero tocar batería.
Eso por un lado que tiene harto que ver con las sonoridades, era un rock, al que no le llamaría ni progresivo ni experimental, sino más bien bidireccional. Esa fue una gran influencia desde chico hasta ya grandote.
Entre mis géneros siempre estuvo el rock. Era absolutamente inevitable en esa época no hacerse parte del rock pesado, pero también tenía que ver con que la única oportunidad de tocar batería era unirme a grupos donde se tocara rock pesado, el jazz en esa época era una cuestión súper lejana.
Mi influencia fue toda esta veta del rock bidireccional, como digo yo, no me gusta llamarla progresiva, para mi es música creativa. No me gusta ponerle apellido, si era jazz, rock, no me importa lo que me atraen son las sonoridades. Después de pasar esa primera etapa literal, pasó a ser interesante la parte timbrística, la parte rítmica, siempre me llamó la fuerza de los ritmos, y las posibilidades de timbres, escuchaba como sonaba la batería con un bombo, con cuatro bombos, con diez toms con dos platillos, con veinte platillos, la batería tiene muchos formatos, muchas posibilidades que pertenecen a tu propia personalidad.

¿Quiénes fueron tus influencias en la batería?
Probablemente los dos bateristas que más me influenciaron cuando chico fue Willie Valenzuela de Fulano y Tilo González, Alejandro Espinosa también me gustaba harto.

Y ¿Cuándo empezaste a tocar jazz?
En el colegio tuve mis primeros coqueteos con el jazz. Empecé a practicarlo de frentón ya grande. Cuando mis amigos rockeros ya no me pescaban porque me estaba gustando el jazz, me molestaban, me decían cosas como “el jazz es el único estilo donde tú te equivocas y te aplauden”.

Desde ahora mirando hacia atrás ¿cómo se vivía el jazz en el tiempo en que estudiabas?
Se vivía pero por todas las características de la época (toques de queda y todo eso) se vivía a un nivel mucho más pequeño que la apertura que hay ahora. Pero también me acuerdo que en la época del colegio ir constantemente al Goethe, al Chileno Norteamericano.Lo que no había en ese tiempo era algo más masivo.

¿Era más intelectual?
Yo creo que sí. La gente lo llevó para el lado intelectual. Yo creo que en el jazz o en cualquier rama lo intelectual va por dentro. He conocido gente que aparentemente no es intelectual y que finalmente son más intelectuales que cualquier otro que se ponga barba larga, o lentes onderos… De mala forma se intelectualizó un poco. Yo en lo personal no he pescado mucho. Se forman grupos de personas inevitablemente, pero eso ha pasado toda la vida en todas partes, y va a seguir pasando, son tendencias, se tienen que formar igual, pero ya no lo veo como algo intelectual, al principio había ganas de ser intelectual, era algo cool tocar jazz, es horrible esa postura. Es cuento de uno hacer música para expresar lo que quieres expresar, el musicólogo es la persona adecuada para intelectualizar, no los músicos. Como vas a ser tú, si piensas tanto las cosas.

¿Hasta qué punto eres fiel a tus ideales en tu oficio de ser músico?
Siempre 110%. Mis ideales son hacer buena música, bajo los criterios que yo me he planteado hasta ahora: honestidad, innovación. Hacer cosas que realmente siento que tengo que hacer, sin cuestionamiento económico, intelectual o ideológico, lo ligo a esas tres cosas pero cuando finalmente decido lo que me gusta, y quiero expresar a través de ese canal, que no tengo idea probablemente de cómo se hace, pero lo quiero hacer. Otros ideales serían mejorar el nivel de nuestro país, y el nivel que tengo. Está relacionado directamente con la enseñanza, no solo a nivel técnico, sino conceptual se podría decir; Más allá de tocar notas, o sea de actitud, de profesionalismo. El término de elevar el nivel es algo que se tiene que hablar a puertas abiertas, y hay que ser asertivo en lo que entregas, y yo soy súper quisquilloso con eso, con mis alumnos yo trato de ir más allá de los ejercicios de la pagina treinta, les hablo de las experiencias, es como un guía o un hermano mayor. Ese es un ideal, es algo que tengo súper presente. Poder dejar bien parado el nombre del músico, Probablemente porque uno siempre se encuentra con que te preguntan ¿Qué profesión tienes? Músico ¿ah, pero que a que te dedicas? Eso es típico, y yo no quiero escuchar más eso. Por eso a veces se discuten un montón de temas como los lugares donde tocar, las leyes que hay, que se rigen para los artistas. Hay que poner atención con eso, y a veces nos pasa la cuenta.

¿Qué podrías decir acerca del público de jazz?
En mi experiencia, tengo la suerte que he visto buena recepción. Lo que digo, que esta multidireccionalidad me ha llevado a hacer cosas muy distintas, cosas extremas: música improvisada con el Ramiro Molina, sin tener ningún precedente de forma, melodía, armonía ni ritmo, hasta tocar cosas dentro del jazz, que está mucho más cercana a la gente como lo que hacemos con el Ángel Parra trío, o con Valentín Trujillo, que va pintando en lo bailable, y para la gente. Entonces el abanico de subgéneros dentro del género del jazz que yo me he propuesto abarcar ha sido súper enriquecedor, y los públicos que he visto en cada uno de esos subgéneros nos han dado buena recepción, porque ha sido el público indicado. En el fondo cuando hay mala recepción del público es porque no ha sido el público indicado. Y no estoy diciendo que sea tonto, o cerrado, sino que no ha tenido, o no se ha dejado tener la experiencia de conectar con esa música. Creo que a una persona que no le gusta en lo más mínimo el jazz, la tomas le pagas un pasaje, la llevas a un ambiente indicado, al lugar indicado, con el grupo indicado, esa persona va a conectar con esa música porque va dejar abrir ciertos canales. A mí me pasó con la música afrocubana, no sé si me atraía mucho. Hasta que vi algo y dije “oh oh!”. También David Ortega, un baterista y percusionista cubano me ayudó a cautivarme más.
Eso con los públicos, yo creo que el público es un poquito flojo, si no le gustan algunas cosas del jazz porque escuchan la retaguardia, y creen que eso es jazz, o al revés, escuchan grupos muy modernos y piensan que eso es jazz, y clasifican todos los géneros que hay dentro del jazz como uno solo, y eso es un error. Hay muchos estilos. Entonces para mí, el público que va a escuchar jazz es público que se ha dado más el tiempo para conocer el estilo, o los estilos

¿Qué quisieras entregar tú con la música?
Felicidad, que la gente lo pase bien. Si un niño me ve tocar batería, ojalá le den ganas de tocar batería, no me interesa mucho más. Bajo las estéticas que sean no me interesa mucho más.

No eres prejuicioso con los estilos, me he dado cuenta.
No me creo el jazzista cool, no estoy ni ahí con eso. Me gusta mucha música.

…Sin embargo el jazz es tu primer hogar…
Sí, porque musicalmente, es lo que única y exclusivamente a mi me interesa, va por ahí lo que a mí más me cautiva. Porque veo el nivel técnico, el nivel interpretativo, porque me gusta y eso hace que vuelva y compre el disco, viaje 20.000 kilómetros a ver tal artista… es la pasión por esos sonidos. Pero hay otras cosas dentro de otros estilos, que me hacen sentir lo mismo: el R&B, el funk, el buen rock, la música Indie, Radiohead. Los fui a ver, y el concepto Radiohead lo disfruté igual que los conciertos de jazz en New York. Hoy ya no tengo esa barrera. Y por suerte lo pude definir como músico para poder prestar servicio para quien me llame, si alguien quiere que toque pop, toco pop.
Tiene que ver con sacarse de encima el rol, no jugar a ser el ídolo, sino actuar como “por la chucha” uno es. Que no tiene nada que ver con como es uno como músico.



Yo también tengo mi vida y mi mundo, por eso no me aproblema tocar con uno o con otro. No me preocupa si alguien es virtuoso o no, alguien me puede impresionar con la técnica, y he tenido la suerte de ver a personas impresionantes afuera, por lo tanto si alguien busca eso acá, considero que es un proceso que se está viviendo hasta que llegue un momento, más adelante, donde eso ya va a ser normal, se va a estandarizar y se van a buscar otras cosas, y ahí va a ser cuando se haga un aporte con respecto al nivel musical en Chile. Hay muy buenos músicos acá, entonces se da esta cosa de los grupitos, y los top ten y todo eso. Pero lo encuentro un poco avasallador, un poco agresivo, porque en el fondo cada músico si es capo o no es capo, es un tema secundario al lado de si lo que te está expresando te llega. Cuando una persona conecta, eso es lo que tiene que ser y ya. A mi me encanta el tecnicismo, soy súper rayado con ser pulcro con la técnica, pero eso es como mantenerte en forma nada más.
Me pasa con el Javier Barría. Con todo lo que me gusta el jazz, si me preguntas que artista chileno yo admiro como músico, es Javier Barría, que es un cantautor chileno que no lo conoce nadie, y que debiera ser tanto o más conocido que Spinetta. Yo tengo la suerte de acompañarlo a él, y digo la suerte porque realmente cuando toco sus temas es realmente un placer, y el no tiene ni la mitad de la técnica que tiene el 80% de los guitarristas de jazz. Yo todavía no siento con un solo de algún guitarrista o saxofonista lo que Javier me transmite con lo que canta. Ahora hay personas que me impresionan, tiene que ver con lo que uno anda buscando, si quieres dejarte impresionar o emocionar. Cuando un artista logra hacer las dos cosas, estás a las puertas de ponerte a llorar. Por que es algo que no ocurre siempre.
Hoy por hoy lo único que me preocupa es que directa o indirectamente cuando uno toca debiera reflejar su tiempo, no me preocupa el hecho de sonar moderno o no, porque me he dado cuenta de que cuando uno más quiere sonar moderno, menos moderno suenas. Es como una ley, eso de que mientras más te quieres acercar a algo, más te alejas.

¿Hay algo característico en el jazz chileno, alguna sonoridad propia?
Lo hubo en los años 60, pero se disgregó. Hasta el día de hoy, depende con quien tú hables, depende de lo que analices, vas a definir lo que es el jazz chileno. Yo lo he hablado con gente súper interesante, como Ángel Parra o Valentín Trujillo, y la percepción que tienen es súper distinta pero siempre vas a llegar a lo mismo, independiente de que el género sea de acá o no, el hecho de que yo más rato tenga que ir a tocar jazz, eso va a ser jazz chileno, jamás va a sonar a jazz norteamericano, tendría que hacer un cambio de piel. Desde el aire, la comida, la gente, está en el ADN.
En ese sentido creo que es más importante definir en términos claros, territorialmente, cualquier cosa que se haga en este país, es chileno.
Creo que el jazz chileno es más inocente. Me gustaría que hubiese más diversión, que los que tocamos esta música quisiéramos transmitir eso, pasarlo bien, no ser tan tonto grave, no tan afectado. A veces lo veo agresivo, eso se transmite. He visto cosas súper alegres afuera, que no me parecen agresivas y son mucho más potentes energéticamente.

¿Como te definirías en el trabajo?
Entregado, obsesivo, apasionado. Creo que la palabra apasionado define todo. Me la vivo de día y de noche, despierto y dormido

Respuestas sin pensar:

Un Deseo: Felicidad

Una canción: Woman, de Jhon Lennon

Si pudieras elegir otro instrumento: Piano

Lo mejor de enseñar: Compartir

Que no debe ocurrir en el escenario: No permitirse, reprimirse

Un recuerdo musical sublime: Uno muy especial cuando el Perseguidor era el teatro de arte “Cámara Negra”, hicieron un trabajo con la música de Víctor Jara, con Pedro Rodríguez. Ahí recuerdo haber tenido un momento mágico

Asocia el jazz a un sabor: Chocolate, me encanta pero no me lo puedo comer todo

A un color: Rojo

2 comentarios:

  1. Conocí a Andy en un festival de jazz en el Palacio Cousiño, creo a mediado de los 90. Durante la actuación le comenté a una chica que estaba sentada al lado de mi señora que el baterista me parecía excelente por su fine enfoque. "Es mi hermano!", me respondió. Después me acerqué a él y conversamos un rato. Nos hicimos amigos y durante casi todo el tiempo que viví en Chile estuvimos en constante contacto. Pasaba tardes en mi casa escuchando discos y llevándose una buena cantidad para escuchar en su casa.

    Hace un par de meses en una visita a Santiago me encontraba en el Parque Arauco tomando un espresso en el patio con mi mujer, de lejos se escucha a un trio que sonaba excepcionalmente bien..especialmente el fino enfoque del baterista...era mi amigo Andy!

    Abrazos,

    Roberto Barahona

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  2. Lo que cuenta del colegio es cierto, el profe Juan le permitió tocar sus baquetas. Fuimos compañeros hace un tiempo ya, siempre tuvo talento y sencillez. Cariños Andy, tu amiga de siempre Andrea Galleguillos (julie)

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