17.9.09

Festival de Jazz en Antofagasta

Profesor Jorge Vidal en el norte grande

Antofagasta está bendecida por el mar, su gente disfruta hasta la madrugada las olas tibias en “las almejas”, la playa más popular, y donde hasta los perros nadan a la balsa. La ciudad es desordenada, está envuelta de un aire salado, el centro, como todos los centros de las ciudades, es colonial. La plaza además de palomas está reinada de jotes, -pájaro de 70cm. de animalidad, carroñeros y de belleza no tradicional-. Recuerdo el Antofa de 1993 cuando iba a jugar a la “plaza del mono pilucho”, al que vestían los compadecidos con un calzoncillo en la cabeza. El habitual viaje Calama-Antofagasta entre los cuales hay tres horas de sólo desierto, y dos pueblos de dos cuadras cada uno: Cierra Gorda y Baquedano, como puestos por “el de arriba” entre tanta soledad. Y más hacia atrás, el Antofa de 1988, cuando mi madre me llevaba a almorzar cochayuyo a la Universidad Católica del Norte, ahí donde estudiaba también Jorge Vidal, -nortino de nacimiento-, cuando iba para Arquitecto por esos mismos años. Qué curiosas son las historias, ahora él es profesor de Guitarra eléctrica y de taller instrumental en el IP Projazz. En el año 1995 hizo clases por primera vez en esta institución, pero en ese entonces aún no era un Instituto profesional, así que podemos decir, con melancolía, que le ha cambiado los pañales a la escuela, también podemos decir, con orgullo, que la ha visto crecer y sigue siendo profesor con la camiseta bien puesta (en realidad, es él quien lo dice).



El viernes 11 de septiembre recién pasado, Jorge viajó a su Antofagasta para realizar una tarea bien particular; participar en el festival de Jazz que organizó la escuela de música popular del Teatro Municipal de la ciudad. De paso, y ya que además de músico Jorge comparte otra vocación, la de sanador, también fue con el objetivo de capacitar y hacer una serie de vivencias de sicología transpersonal a los profesores de allá. Considerando que la escuela de música en el área popular se está recién iniciando, Projazz actúa como un padrino en el crecimiento de esta institución, “Las edades de las instituciones no son como la de las personas, tiene que pasar mucho tiempo para que maduren”, dice Jorge. La labor de llevar Projazz fuera de Santiago, a lugares donde los circuitos musicales son pequeños pero potentes, es una labor que significa crecimiento y unidad a nivel de país, Jorge plantea generar un circuito de jazz sureño, nortino, y porqué no pasar la frontera al norte de Argentina. Estar vigentes como escuela no solo es saber lo que pasa en Santiago, sino ser colaboradores del fenómeno musical en donde menos están las oportunidades.

“Hay un universo de personas al cual llegar, las condiciones del mercado han cambiado, no nos podemos quedar de brazos cruzados.”, recalca Jorge, y además habla de la importancia de la educación Web, como canal educativo a distancia; llevar la escuela a lugares recónditos es uno de los mayores beneficios del viciado Internet.

Jorge Vidal me habló de su idea, muy bella, de lo que es ser institución, que converge con lo que es su propio ideal de vida, y con su otra visión más holoarquica:

La Institución es un organismo, y como todo organismo tiene una estructura interna que se compone de sujetos, órganos, células, átomos, etc. “En todo orden de cosas hay que ser leal; a un proyecto, a las ideas, a los amigos... Para que el organismo funcione y avance no nos podemos quedar pegados en el mismo lugar, hay que avanzar según el nivel de experticia que uno va adquiriendo, no hacer taco a las generaciones futuras, pues quedarse en el mismo puesto eternamente es una anomalía”, como si un niño no se desarrollara porque rechaza el crecimiento. “Hay que observar hacia donde va de forma orgánica la empresa. Las personas crecen, la empresa crece.” Dice él.

En el año 1984 se entregó a Antofagasta el flamante Teatro Municipal, la institución cultural más importante de la región, tiene la capacidad de 760 butacas distribuidas en planta alta y baja., cuenta con oficinas administrativas, camarines, baños, salas de ensayo, bodegas, salas de clase, y en total cinco pisos al servicio de la cultura.

Por otro lado, la escuela de música se inició en 1986, por iniciativa del profesor Rafael Ramos Vivar, cuando las clases se impartían en salas improvisadas para su normal desarrollo. Luego con el aporte privado y Municipal, permitieron la habilitación total del cuarto piso del teatro para el perfecto funcionamiento de las clases.

Hoy la escuela imparte clases regulares de instrumentos clásicos y populares, junto a un importante soporte teórico. La violoncellista Yasna González adaptó e incorporó las clases de instrumento y canto populares. Hoy la escuela cuenta con un promedio de cien alumnos. Y entre sus profesores hay un ex alumno Projazz, Jaime Cabrera Mavrakis, profesor de bajo eléctrico. Esta escuela seguirá creciendo, y Projazz tiene intenciones de ser un colaborador, por ello se proyectan convenios de estudios, intercambio de profesores y alumnos, similar al convenio de estudios con la Uarts de Filadelfia e infinitas posibilidades de generar intercambio de experiencias, como la que aconteció recientemente en el festival de jazz organizado por ellos, y donde fue a meter guitarra nuestro profesor.

*Por Paula Carmona

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