El saxofonista y clarinetista Carmelo Bustos, integrante de la orquesta de Joe O’Quendola, Director de la primera generación de la Orquesta Huambaly (1954- 1964) especialista en música cubana, músico de la Universal Orchestra y profesor del proyecto Conchalí Big Band; nos habla de sus primeros acercamientos a la música, sus mentores y la escena musical nacional pre dictadura.
¿Cuándo comenzó su inquietud musical?
A los cinco o seis años tocaba el pito, me los hacía yo mismo, son de chicuta y en Lota hay mucha chicuta seca y con un fierro caliente se atraviesa y se ahueca.La única calle que había en Lota era la calle donde vivía yo y la escuela de música donde tocaba la banda de Lota estaba a cuatro cuadras, así que de ida o de vuelta la banda pasaba por mi casa y cada vez que los escuchaba me transportaba, tenía como siete u ocho años y le decía a mi mamá que me fuera a dejar a la escuela, que yo quería estudiar música, eramos ocho hermanos y mucho que hacer para ella, así que siempre me contestaba: “Mañana te ire a dejar”, así pasó un año hasta que mi padre le dijo: “Te doy dos días de plazo para que lo vayas a dejar”, entonces mi mamá me llevó. El día que fui estaba el maestro, que era un muy buen músico, un trompetista de Santiago, y me preguntó: “¿Te gusta la música?” “Si!” respondí, “¿Qué tocas?” “El pito”. Mandó a buscarme un flautín y comencé a tocar melodías.Cuatro meses más tarde el maestro me dijo: “Te voy a hacer un bien, tú no lo entiendes ahora, pero me lo vas a agradecer. Te voy a pasar el clarinete”. Mientras todos jugaban en la escuela yo estudiaba el clarinete, siempre me molestaban por eso. Un día el maestro los sorprendió y me dijo: “Desde mañana estudiarás en mi oficina”. El maestro de aquella escuela en Lota fue mi único maestro, nunca estudié con nadie más. A los doce o trece años me compré un saxofón con la plata que ganaba en la banda donde trabajaba desde los once años, y a los trece años ya tocaba todos los arreglos de las orquestas: de trompetas, de trombón. Así empecé a trabajar en cancheos con gente mayor que yo, luego trabajé en los conjuntos y me retiré de la banda de Lota. Al dejar la banda me fui a trabajar a Tomé tocando trompeta, esto fue como a los 16 años, a esa edad me estaba ganando la vida como profesional, tenía mi sueldo tocando en agrupaciones, pero yo quería ser músico así que partí a Concepción a conocer la vida nocturna a los 17 años, con la ayuda de Dios comencé a tocar con los músicos que tocaban en los bares.
¿Cómo fueron tus comienzos como músico profesional?
En Concepción conocí una orquesta de negros cubanos, era mi sueño tocar en una orquesta así, el saxofonista con el que tocaban era argentino y no le gustó Concepción y decidió volverse a Argentina, el director decidió que yo tomara su puesto, pero como tenía 17 años tuve que pedirle una carta a mis padres para que el director fuera mi representante. Con esa orquesta viajé a Santiago y empecé a conseguir mucho trabajo.
Comparando tu experiencia con la que vive acualmente un músico en Chile ¿Qué ha cambiado?
Creo que el cambio podría tomarse como una desgracia para los músicos. El golpe de estado cambió muchas cosas, imagínate lo que son quince años de toque de queda, eso cambió la mentalidad de la gente. Antes en Santiago habían alrededor de 60 locales, todos con orquestas bailables, había mucho trabajo para los músicos, se ganaba mucha plata en esos tiempos.
¿Y qué pasó con tu vida durante esos años de toque de queda?
En ese tiempo bajaron los sueldos, yo pasé de ganar un millón de pesos en el casino de Viña a ganar sesenta mil. Un día llego Valentín Trujillo y, sabiendo lo mal que yo estaba económicamente, me invitó a tocar en Sábados Gigantes que extrañamente fue el único lugar donde los sueldos se mantuvieron iguales. Trabajé ocho años ahí y gracias a eso no me sentí afectado por la falta de trabajo.
¿Cómo se aprendía música en aquella época?
No habían muchas escuelas, se aprendía tocando. Aparte del Conservatorio de Música estaba el Club de Jazz donde los profesores tocaban muy bien pero no sabían música, se enseñaba lo que se sabía. Hoy hay muchas escuelas y academias pero no lugares donde tocar.
¿A que te habrías dedicado si no fueras músico?
A mi no me gustaba nada más que la música, como viví en Lota odiaba las minas, veía siempre llegar a mi cuñado con los ojos negros, vi gente salir como pavos asados, muertos, nunca quise trabajar en las minas. El espíritu de superación y mi única salvación en la vida era la música.
Con toda su experiencia, ¿Qué nos aconseja a los músicos jóvenes?
Ocupar el cerebro, hay que tener conciencia del potencial de su cerebro para no perder el tiempo en leseras. La perseverancia también es muy importante porque nada es fácil al principio. Es muy importante entender que uno tiene que imitar al instrumento y el instrumento lo tiene que imitar a uno.
Grande Don Carmelo, sin duda usted es el maestro más importante de nuestro país, lo admiro hoy y siempre.
ResponderEliminarAndrés Pérez
Grande maestro!!
ResponderEliminarTremenda experiencia de vida, nuestros respetos y cariños a Don Carmelo
ResponderEliminaralegría y bendiciones
Maestro, ha sido un honor haber tocado junto a la leyenda viviente de la música popular chile.
ResponderEliminarDon Carmelo siga así hasta los 120...
Julio Buzeta