Acaban de regresar de la gira al sur de Chile, donde dejaron toda la musicalidad en el recuerdo de la gente, y por qué no, uno que otro corazón ilusionado. Es que los dieciocho músicos fueron a dejar todo su talento en aquellos escenarios, y la visceralidad del jazz hizo que el público despertara en sus butacas, y vibrara con la síncopa y el swing.
Para saber desde cerca cómo se vivió "Ecos del Sur", uno de los músicos, Patricio Huerta, (saxo alto), comenta su experiencia.
¿Qué expectativas tenías de la gira?
La primera impresión cuando supe que la Big Band iba a realizar esta gira fue “¡ Projazz se la esta jugando por nosotros, que genial !” Fue una muy buena noticia ya que siempre habíamos tenido en mente mostrar nuestro trabajo fuera, en regiones. Y el trabajo de este año ha sido muy difícil debido a que la mayoría de los integrantes son nuevos y están cursando el primer año de la carrera. Es un desafío muy grande tocar repertorio para profesionales, además, Projazz Big Band es una de las buenas agrupaciones de Chile, en donde muchos jóvenes y aspirantes a músicos tienen sus ojos puestos.
Pensé que el trabajo de mostrar nuestra música no iba a tener mucha llegada en la gente que no conoce el estilo, debido a las diferencias culturales de cada región de Chile. Y fue muy sorprendente ver tanta gente en cada uno de los conciertos, llenando muchos escenarios. Nos dejaron invitaciones de muchos de esos lugares para otra oportunidad, había mucho interés por la agrupación inclusive en los medios de comunicación de cada región (diarios , televisión radio y otros).
¿Qué rescatas de la gira?
Demasiados aspectos. Fuimos muy bien tratados en cada uno de los lugares que visitamos. Nos alojamos mayormente en hoteles y cabañas muy cómodas.
La alimentación era lo mejor, creo que todos llegamos con unos kilos de más a Santiago.
Tocamos en un escenario muy agradable y bien equipado en Concepción que era parte del Casino de esta ciudad, evento organizado por la U. San Sebastian quienes se preocuparon de cada uno de los detalles. En Victoria compartimos un desayuno con una comunidad Mapuche, donde nos mostraron sus artes manuales y culinarias, más bien todo sobre su cultura, incluso estábamos invitados a un día recreativo en la zona, pero por cosa de tiempo se tuvo que rechazar la invitación, aún así ellos estaban muy felices por tenernos, así mismo los dejamos invitados para el concierto de ese día, al que claramente asistieron.
Compartimos con integrantes de la Big Band de Angol y Puerto Varas.
Realizamos una Jam sesión en la Escuela de Música de Puerto Varas junto a los profesores y alumnos.
Fue un momento rico en intercambio cultural y unión entre nosotros como integrantes de Projazz Big Band y con todos aquellos con quienes compartíamos en cada ciudad; hubo reencuentro con compañeros del Instituto que son de regiones, que nos fueron a ver y con ex alumnos como fue en el caso de la Unión, donde invitamos a Edward Roa a subirse al escenario con nosotros y participar del repertorio. Lo mismo fue con Matías Aravena en Angol.
Nuestra representante y encargada, Liliana Loyola, se preocupó de cada uno de nosotros y tomó muy buenas decisiones; más bien realizó un muy buen trabajo de coordinar cada uno de los planes del viaje.
En Chiloé, el público llenó el teatro y gozaron con cada uno de los temas.
Una experiencia muy sorprendente de crecimiento musical y personal, que sin lugar a duda marcó a cada uno de nosotros en especial a quienes estamos en nuestro proceso de titulación, como es mi caso y el de Cristian Cerpa. Pero nos vamos tranquilos cumpliendo nuestro ciclo, y alegres porque hay gente muy talentosa en primer año, a quienes les quedan muchos años más en esta excelente agrupación y ojalá muchas giras más.
¿Cómo fue el recibimiento de la gente para este tipo de música?
Los organizadores muy preocupados, y el público personalmente me sorprendió. Es grato ver a niños, jóvenes, adultos y ancianos en nuestros conciertos, que aplaudían y gozaban de nuestro show, a pesar de que en Santiago hay más acceso a este tipo de eventos, no se vive de la misma manera.
Los comentarios eran siempre positivos, agradeciéndonos la dicha de llevar esta música a los lugares donde no se ve frecuentemente.
¿Cómo estuvo el desempeño de ustedes en los conciertos?
Muy bien y cada vez que se tocaba, día a día, el nivel iba superándose, se creaba una mejor unión, y se lograba traspasar el sentimiento a nuestros auditores. Con nuestros buenos directores Carl (Hammond) y Gerhard (Mornhinweg) era muy poco probable que hubiese un bajo desempeño por la calidad de ellos como guías.
¿Qué crees que aprendieron en esta gira como músicos individuales y como agrupación?
Aprendimos a conocernos y aceptarnos entre nosotros, el compañerismo. Individualmente; a creernos el cuento, sacar toda la personalidad sobre el escenario, y que hay mucha gente en regiones capaces de valorar el jazz como todos nosotros. Si tuviéramos que separar las cosas, y pensar si aprendimos de manera individual o como agrupación creo que pertenecería a ambas, pero con una mayor tendencia a lo grupal. Si nos ponemos a pensar, el jazz es colectivo e individual, al improvisar, estás realizando una tarea individual, que es colectivo con la sección rítmica y los vientos que van marcando el acompañamiento, y al tocar la melodía principal estás haciendo un trabajo individual pero en equipo, ya que tu melodía debe fusionarse con la del resto. Todo esto sigue un fin; aprender, y un estándar de socialización que es la unión.
Hubo una mayor unión de cada uno de los integrantes, nos preocupábamos de que todo saliera bien, si había un compañero con problemas para los solos o de lectura, estábamos todos con él, aportando diferentes ideas y no criticando como es común en la mayoría de los músicos. Como decía unos de mis compañeros: "Eso es porque tuvimos Desarrollo Integral, jaja".
¿Cuál es tu mejor recuerdo del viaje?
Los chistes de Carl y los DVD de rancheras que ponía el chofer del bus, jajaja
Hablando en serio, creo que todos nos enamoramos de Valdivia, a parte de tener un muy buen escenario en la U.S.S, su belleza como ciudad me cautivó. En esa ciudad almorzamos un curanto gigante que era imposible de olvidar, y de terminárselo.
Y teníamos un fotógrafo y un camarógrafo, Erwin y Sebastian que plasmaron todos estos recuerdos en la pagina de Projazz, aparte en Youtube , aparecen algunos temas y noticias relacionadas con nuestra gira.
En resumidas cuentas siento que el viaje fue un éxito, y todo quedará como un lindo recuerdo, no tan solo para mí, creo que para mis compañeros también.
Hay muchas anécdotas y vivencias que harán de este viaje un recuerdo inmortal en la etapa de estudiante.
¿Crees que hay alguna diferencia entre el público capitalino y el de provincia?
Existen muchas diferencias:
El público capitalino es menos tolerante a la música diferente, encasillándose en que “ si me gusta lo voy a ver”, siempre que una Big Band se presenta, pocas veces vemos a niños y adultos mayores. El público santiaguino son gente que gusta del jazz y conoce, asimismo creo que estas personas no irían a un concierto de Iron Maiden, porque es ajeno a sus gustos hipotéticamente hablando.
La gran diferencia es que en el sur la gente no conoce, y no cierra sus puertas en probar y tratar de entender otro tipo de música, es más, la gozan de manera más evidente, ya que uno sobre el escenario se da cuenta y siente esta energía. Siempre pedían otra al terminar nuestro espectáculo.
Un caso aparte:
Cuando llegamos a la Unión e hicimos el concierto en el Colegio Alemán, el público no aplaudía los solos, y cuando estábamos terminando el concierto tuvimos que casi auto imponer el bis. Eran de colonias alemanas y según versiones de la gente de la zona, ellos no asisten a esos conciertos por que tienen como cierta brecha con ellos.
Es difícil obtener una repuesta certera para esta pregunta, creo que uno debe hacer música con la convicción de que estás haciendo un buen trabajo, y lo que estas tocando es para que lo disfrutes tú personalmente, y si el público lo disfruta contigo bien, y si no bien también, porque tienes que sentirte pleno con lo que haces, sin mirar al lado. Es como compartir algo y si la otra persona no lo acepta, vendría siendo su problema y no tuyo.
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