Miércoles 17 de octubre.
Desde Francia, Fayçal Salhi Trío:exotismo compartido en tres idiomas
La mezcla jazz-arab ha tenido grandes exponentes en el siglo XX, en la que destaca el músico Rabih Abou-Khalil, jazzista e intérprete de laúd. Esta corriente abrió las puertas a propuestas como Fayçal Salhi Trío, que reúne el sonido árabe –para nosotros, música tradicional o vernácula– con el jazz, en este caso, a través del contrabajo y los espacios para improvisación de cada músico: violoncello, contrabajo y laúd (aunque la formación original de Fayçal Salhi incluye saxo y batería).
Fayçal es argelino y toca el Oud o laúd, instrumento creado hace más de 2.000 años. Vladimir Torres es contrabajista y viene de Uruguay, y Thomas Nicol es violoncelista francés. Entre todos ellos han creado un sistema particular de composición y ensamble, basado en las creaciones de Fayçal. Su propuesta está inspirada en la música árabe –desde el norte de África hasta el actual Irán-Irak–, tanto la denominada sabia como la popular, donde el uso del Oud está muy extendido, y su sonido es bastante característico.
Parte de la identidad de este trío es que, como dice Vladimir “en pleno siglo XXI nosotros trabajamos como hace 200 años atrás, con la enseñanza oral”: esto porque Fayçal es músico autodidacta, sin instrucción formal en música. Cada vez que Fayçal compone, graba una maqueta y envía el mp3 al resto del grupo, estén donde estén. Cada uno recibe esta propuesta y se toman un tiempo para apropiarse de la melodía, hasta integrar su sello personal según cada instrumento.
¿Cómo se inspira Fayçal para crear esa música de tal exotismo, pero cálida, cercana desde algún lugar? “Yo creo en base a sentimientos y emociones, las cuales después paso a notas. Para lograrlo, necesito llegar a una estado justo de introspección, algo místico incluso. A ese lugar o se llega, o no se llega, no depende de uno. De hecho, hace 10 años que estoy componiendo un tema, aún sin terminar, y me dí cuenta que para volver a re-encontrarme con el sentimiento original tuve que re-estudiar y analizar las primeras notas que creé”.
Jueves 18 de octubre.
Desde Bélgica, Igor Gehenot Trío: elegancia, ensamble perfecto y muchas ganas de enseñar.
Igor, pianista y compositor del trío, tiene solo 22 años. En su presentación previa el día miércoles 17 durante la inauguración del Festival Jazz EU en Patio Bellavista, dejó a toda la exigente comunidad musical presente muy impresionada por su virtuosismo, riqueza de colores y energía en escena.
Igor Gehenot Trío es un ensamble que tiene muy claro su propósito. Partieron la master class interpretando 3 temas que dejaron muy claro el nivel profesional y fiato del grupo. Luego, se abocaron a profundizar en la composición y trabajo de ensamble, desde su perspectiva como músicos de la escena europea, en donde hace mucho tiempo el swing ha sido desplazado por composiciones binarias.
A Igor le inspira la sonoridad con pocas notas, depurado. Confiesa también influencias de los clásicos como Ravel y Debussy. Según palabras del contrabajsta Sam Gerstmans, “Igor busca ser loco pero coherente en cada frase.
Todos los músicos provienen de la “academia”, sin embargo en su estilo juegan a pasar de la interpretación straight de los standards para deformarlos a su gusto, con improvisaciones libres, a fin de “hacer explotar la estructura”, en palabras de Sam Gerstmans, el carismático bajista que estuvo a cargo de la sección práctica de la master.
Ante cada pregunta de los asistentes, el trío se lanzaba a tocar un ejemplo: cómo pasar de straight a impro libre, en qué parte de la estructura se vuelven a juntar (A A B A), como pasan de 4/4 a 7/4 dentro de una improvisación, y un juego muy instructivo donde tocaron una de sus composiciones en jazz (“Au Lac”, en el lago) con groove y armonía rock, usando solo los 3 acordes principales.
Finalmente, todo el que quiso participar y tocar con ellos se subió a escena. También pudieron ver en directo las partituras y comentarlas con el trío. Bien dirigidos por Sam, los alumnos aprendieron más sobre el trabajo de ensamble (afortunadamente, había 2 cantantes en el público) y a reaccionar con rapidez ante cada standard. Un punto brillante de la master fue la participación espontánea del contrabajista Rodrigo Galarce, quien se lució junto a Igor y el baterista Lionel Beuvens.
Jueves 17 de octubre.
Exclusivo concierto del holandés Yuri Honing en Santiago, gracias al Festival de Jazz de Pto. Montt y la Embajada del Reino de los Países Bajos.
Con la presencia del embajador del Reino de los Países Bajos, Sr. Johan van der Werff, la embajadora de Grecia, Sra. Aglaia Baltá, el rector de Projazz, Sr. George Abufhele y varios diplomáticos y personalidades del mundo de la cultura, se llevó a cabo el único concierto en Santiago del gran iconoclasta Yuri Honing y su banda, calificado por el Times como “uno de los más creativos y audaces saxofonistas del momento”.Glam rock, locura, insolencia y lenguaje cinematográfico fueron algunos de los conceptos musicales y visuales que Yuri Honing y su banda impusieron en escena. Todo debe ser demasiado, pareció ser el lema: una guitarra con múltiples efectos guturales, batería rock-pop, el estallido de un saxo visceral, muy a lo John Zorn, la picardía e insistencia del bajo, en fin, un cuadro entre Otto Dix y Damien Hirst, en donde todo vacilaba entre calmos y espásticos paisajes hasta el estallido lisérgico de la banda, a un volumen implacable.La banda presentó trabajos de su último disco, “Wired Paradise” (solicitar copias en Biblioteca) y algunos adelantos de su nueva placa “Fashion Designers”, inspirada en trendsetters de vanguardia como John Galliano, Vivienne Westwood, Alexander Mc Queen, Issey Miyake, entre otros.
Viernes 19 de octubre.
Desde Italia, Antonello Salis y Fabrizio Bosso: dos niños jugando
Entre Antonello y Fabrizio hay una gran diferencia de edad, y su formación académica también discrepa: mientras Fabrizio, el joven (trompeta) viene del conservatorio, Antonello (piano) se declara autodidacta. Sin embargo tienen en común haberse iniciado en la música desde muy pequeños (4 y 7 años), y además, un marcado eclectisismo para acercarse a la música: Antonello descubrió el rock y decidió que ese sería su camino, y Fabrizio abrazó el jazz, con idas y venidas. Ambos renegaron de cierto modo de la “academia” para dedicarse a la experimentación libre, tan libre que lo suyo es un pastiche musical, a veces gore, a veces kitsch, muy posmoderno, en donde todo está permitido.
En palabras de Antonello: “la música es como las mujeres, no se puede ser fiel a un solo estilo”. En palabras de Fabrizio: “somos un dúo que, como algunos trapecistas, trabajamos “sin red”.
La master class se caracterizó por el marcado interés de los alumnos y presentes en interactuar con al dúo, subiendo a escena 2 trompetistas y un silbador, algo pocas veces visto en Projazz. Una mención especial merece el singular traductor, don José Blanco, filósofo y conocedor de temas varios, quien matizó la master class con trivia y datos misceláneos de la música e idioma italiano. Bravi!
Lunes 22 de octubre.
Desde Alemania, Tingvall Trío: ¿qué hace un sueco, un cubano y un alemán juntos?
Un indiscutido gran cierre tuvo esta III versión de master classes del Festival Jazz EU. Desde el primer tema, Tingvall Trío dejó en claro tres cosas: que cuentan con un compositor de primer nivel (Martin Tingvall, 38 años), que disfrutan sorprendiendo al que cree estar ante una balada, que luego se transforma en jazz, en funk y vuelve a balada, y que todo lo que expresan en escena está permeado de vida, energía y excelente humor.
La primera regla de Tingvall Trío, considerando lo variopinto de sus integrantes, es que no hay un jefe para trabajar en este ensamble. Aunque las composiciones son de Martin (sueco), cada uno de los integrantes (Jürgen, alemán y Omar, cubano) defiende diferentes acervos en la música, que van de lo clásico, al metal, jazz y folk. De hecho, Jürgen confesó “a mí no me gustaba el jazz, era como música intelectual: muchas notas, hay que estar leyendo partituras, uf. Yo prefería el rock, ACDC, por ejemplo”.
Lo que los mantiene juntos es que, cuando tocan, “tocan juntos”, una tautología bien aplicada en este caso, sobre su secreto para el complejo trabajo en ensamble. “A veces no hace falta hablar tanto para entenderse” dice Omar, que ofició de traductor e incluso relator cuando era necesario, aunque la mayor parte de la master fue en inglés, a pedido de los alumnos.
Nuevamente la pregunta, ¿qué los inspira?: la energía, el cambio, a veces la catástrofe: pueden comenzar tocando un vals que se transforma en un joropo o en funk.
Un secreto de Martin para el ensamble: “toca con tus amigos. Cuando armes una banda no te pongas a pensar en quién es el mejor bajista o guitarrista que quisieras tener. La música es como jugar fútbol, es un equipo y hay que gozarlo, y para eso están los amigos. Toca con gente viva. Si me pierdo en medio de un tema, mis amigos estarán ahí para sostenerme”.
Omar aporta sobre la perspectiva de cómo comenzar en el jazz: “hay que partir de las raíces de uno. Así mismo lo hizo Miles Davis, que se expresó desde donde estaba parado. Tengo que ver dónde está mi tierra, dónde me siento seguro”.
Desde un inicio los músicos invitaron a la gran concurrencia de alumnos a compartir escenario con ellos. De a poco fueron subiendo pianistas, bajistas, bateristas y una cantante. Omar daba consejos y tomaba notas mentales para al final, decir a los alumnos: “¿se dan cuenta: esto es el jazz. Si nos miramos, si el pianista por ejemplo da un norte, por esa parte nos podemos ir. Eso es jazz, comunicarse”.
La master finalizó con dos momentos brillantes: una jam entre Tingvall y alumnos, con una descollante improvisación que partió como drum&bass, pasó a swing, luego jazz, luego a latin, y finalmente a blues. Un desafío al ingenio y al ensamble. Luego fue el turno de Tingvall para cerrar una sesión de dos horas, que dejó la energía de todos los asistentes muy arriba. Y también la inspiración.
23.10.12
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